Archivo de la etiqueta: Asia

100 Lugares que visitar antes de morir. 30 La Gran Muralla

Aquí no vamos a descubrir el oro de Moscú, es un lugar del que todos hemos oído y visto millones de instantaneas, pero no por eso va ha estar fuera de esta lista, de hecho seria un pecado no meterla en ella.

La Gran Muralla China es una fortificación construida y reconstruida durante un perido de más de veinte siglos, entre el siglo V a. C. y el siglo XVI de nuestra era, para proteger la frontera norte del Imperio de los ataques de los nómadas xiongnu de Mongolia y Manchuria.

Hoy en día solo se conserva un 30% aproximadamente de lo que llego a ser. La muralla va desde la frontera con Corea al borde del río Yalu hasta el desierto de Gobi a lo largo de un arco que delinea aproximadamente el borde sur de Mongolia.
Contando sus ramificaciones y ampliaciones, estamos hablando que aproximadamente mide 8850 kilómetros. La construcción tiene una altura de entre 6 y 7 metros y ente 4 y 5 de ancho.

La muralla fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1987. En 2007 se dio a conocer que la muralla china fue elegida como una de las ganadoras en la lista de Las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno.

Para su realización se utilizaba a esclavos y reclutas como mano de obra. Se dice que la quinta parte de la población china contribuyó en diferentes épocas en la construcción de la Gran Muralla y que muchos de los cuerpos de los obreros que murieron se encuentran enterrados a sus pies, siendo el mayor cementerio del mundo, calculando la muerte de unos 10 millones de fallecidos durante su construcción.
A medida que la muralla atravesaba las tierras de China, sus constructores se vieron obligados a depender de los materiales locales. Gran parte de la muralla Qin fue construida con piedras colocadas unas sobre otras, pero donde las piedras eran escasas, los ingenieros construyeron la muralla con capas de tierra compactada. El proceso de apisonamiento de la tierra empezaba con un simple marco de madera. Los obreros llenaban el marco con tierra suelta, la cual entonces era apisonada formando una capa compacta de 10 centímetros de espesor. El proceso se repetía capa tras capa y la muralla se iba levantando lentamente 10 centímetros cada vez.

Su conservación actual, en algunas partes al norte de Pekín y cerca de centros turísticos esta bien, e incluso se ha reconstruido, en muchos lugares el muro encuentran un mal estado de conservación. Las partes han servido como una fuente de piedras en la reconstrucción de viviendas y carreteras. No hay un inventario exhaustivo de la pared que se haya llevado a cabo, por lo que no es posible decir cuánto de ella sobrevive, especialmente en las zonas remotas.

Cuanta la leyenda y todos lo hemos escuchado alguna vez, que la Gran Muralla China es la única construcción humana visible desde la Luna. Esta afirmación la encontramos por primera vez en el libro de Richard Halliburton, Second Book of Marvels, publicado en 1938.
Esta creencia ha persistido, y ha adquirido un estatus de leyenda urbana, e incluso se ha incluido en libros escolares. Arthur Waldron, autor de la historia más fiable de la Gran Muralla, ha especulado que la creencia puede provenir de la fascinación con los «canales» que se creía que existían en Marte. La lógica era simple: si los terrícolas podían ver los canales de Marte, entonces los marcianos podrían ver la Gran Muralla.
Pero la Gran Muralla tiene únicamente pocos metros de ancho y es casi del mismo color que el suelo que la rodea. No es posible verla desde la distancia de la Luna, y mucho menos desde Marte.
El Astronauta William Pogue pensó que la había visto desde el Skylab, pero descubrió que de hecho miraba al Gran Canal de China, cerca de Pekín. Pudo ver la Gran Muralla con binoculares, y concluyó que «no era visible a simple vista». El senador Jake Garn afirmó que pudo ver la Gran Muralla sin ayuda de binoculares desde la órbita de un transbordador espacial en los 80, pero su afirmación ha sido puesta en duda por varios astronautas norteamericanos. El astronauta chino Yang Liwei dijo que no pudo verla en absoluto.
Neil Armstrong afirmó: «No creo que, por lo menos con mis ojos, hubiera alguna construcción humana visible para mí. No he conocido a nadie que me haya dicho que han visto la Muralla China desde la órbita terrestre.8 Le he preguntado a mucha gente, particularmente a gente del transbordador, que han orbitado varias veces sobre China durante el día, y aquellos con los que he hablado no la han visto».

Que todo esto no te quite las ganas de visitarla, porque sigue siendo ¡¡¡espectacular!!!

Ya tenemos con este 30 artículos de la serie 100 Lugares que visitar antes de morir, y los 29 anteriores los puedes visitar aquí:

1.Cataratas de Iguazu
2.La Alhambra
3.Perito Moreno
4.Petra, La Ciudad del Desierto
5.El Salto del Ángel
6.Taj Mahal
7.Highland, Escocia
8.Chichén Itzá
9.Las Grutas de Postojna
10.Parque y Cascadas de Plitvice
11.Los monasterios de Meteora
12.Terrazas de Arroz de Banaue, Batad y Bangaan
13.La Calzada del Gigante
14.Bahía de Ha-Long
15.Angkor – Camboya
16.Parque Nacional Arches
17.Valle Lauterbrunnen
18.Parque Nacional Banff
19.Cataratas Victoria
20.La Isla de Pascua
21.Glaciar Jostedalsbreen
22.Monolito Uluru (Ayers Rock)
23.Cueva Reed Flute
24.Parque Nacional Tsingy de Bemaraha
25.La grieta de Silfra
26.Sagano, el bosque de bambú
27.Acrópolis de Atenas
28.Monte Saint-Michel
29.Mérida

100 Lugares que ver antes de morir. 26 Sagano el bosque de bambú

El bosque de Sagano es un hermoso bosque de bambú que cubre un área de unos 16 km², situado en Arashiyama, a 30 minutos de Kyoto, Japón. El lugar encanta no sólo por su belleza natural, sino por los sonidos producidos por el viento que sopla a través de los árboles de bambú.

Más de cincuenta variedades de bambú crecen a lo largo y ancho de este bosque, con algunos ejemplares que pueden alcanzar incluso los veinte metros de altura. Son muchos los japoneses que se acercan a este lugar para perderse por los numerosos senderos que atraviesan la tupida cortina de cañas de bambú. Una belleza sutil y delicada, muy del gusto de los nipones.

También los amantes de la fotografía encuentran aquí un paraíso para obtener sensacionales instantáneas, con la luz que cambia y ofrece diferentes efectos y colores según la hora del día, con juegos de luces y sombras casi mágicos. Incluso por la noche merece la pena visitar este lugar, con su paseo completamente iluminado. En cuanto al mejor momento del año para visitarlo, el bosque siempre resulta impactante, pero alcanza su esplendor en otoño, en el momento en el que las hojas adquieren su plenitud.

El bosque ya es mencionado en el famoso libro de Murasaki Shikibu “La Historia de Genji” [Genji Monogatari] escrito en el siglo XI.
Otra cualidad a destacar de este bello bosque es el sonido del viento oscilando estos tallos gigantes de bambú de lado a lado, produciendo un sonido que ha sido votado por los japoneses como uno de “los 100 sonidos que hay que salvar de Japón”.

Hoy en vez de leyenda, toca historia:

En 1274, una flota mongol lanzó una invasión contra Japón, con el objetivo de establecerse en la zona interior Arashiyama, pero nunca llegaron a su destino, debido a que un tifón destruyo sus embarcaciones.
En 1281, los mongoles lo intentaron de nuevo, y de nuevo un tifón destruyó su flota entera. En ese momento, los japoneses llaman tierra adentro kamikazes a los tifones [神風 significa viento sagrado].
En su último intento en 1333, los mongoles fueron derrotados por la flota japonesa, por última vez, ya que no volverían a intentarlo.

Arashiyama se convirtió en un destino popular desde el período de la Heian [794-1185], cuando los nobles se retiraban allí para disfrutar de su entorno natural. Este lugar estuvo reservado durante muchos años a la alta aristocracia japonesa. Sus senderos, misteriosos, románticos y silenciosos, eran uno de los lugares de esparcimiento favoritos de la familia real.

En la década de 1870 cuando Thomas Edison estaba buscando una alta calidad de bambú como material para el filamento de su bombilla, el gobernador de Kyoto recomendó dos lugares que podían ser fuente de recursos de bambú, uno de los cuales era Sagano.

Todos los artículos de #100Lugares hasta el momento aquí:

1.Cataratas de Iguazu
2.La Alhambra
3.Perito Moreno
4.Petra, La Ciudad del Desierto
5.El Salto del Ángel
6.Taj Mahal
7.Highland, Escocia
8.Chichén Itzá
9.Las Grutas de Postojna
10.Parque y Cascadas de Plitvice
11.Los monasterios de Meteora
12.Terrazas de Arroz de Banaue, Batad y Bangaan
13.La Calzada del Gigante
14.Bahía de Ha-Long
15.Angkor – Camboya
16.Parque Nacional Arches
17.Valle Lauterbrunnen
18.Parque Nacional Banff
19.Cataratas Victoria
20.La Isla de Pascua
21.Glaciar Jostedalsbreen
22.Monolito Uluru (Ayers Rock)
23.Cueva Reed Flute
24.Parque Nacional Tsingy de Bemaraha
25.La grieta de Silfra

100 Lugares que visitar antes de morir. 23 Cueva Reed Flute

La cueva Reed Flute (Reed Flute Cave, Cueva Flauta de Caña), se encuentra en Guilin, en la región de Guanxi, China. Se trata de una cueva de piedra caliza natural, con iluminación multicolor y ha sido una atracción turística desde hace más de 1300 años. Data de hace más de 180 millones de años. La cueva debe su nombre a las cañas de bambú que crecen en la entrada de la cueva, de las que se fabricaban flautas.

La Cueva está llena de una gran cantidad de estalactitas, estalagmitas y formaciones rocosas de formas extrañas. En el interior, hay más de 70 inscripciones escritas en tinta, que se remontan al año 792 a.de C. durante la dinastía Tang. En ellas nos dicen que ha sido una atracción en Guilin desde la antigüedad. Fue redescubierto en 1940 por un grupo de refugiados y desde entonces ha recibido miles de visitas anualmente.

Esta gruta de 240 metros de profundidad, que fue descubierta durante la dinastía Tang hace casi 1.300 años, no es popular por sus cañas, ni tampoco por sus dimensiones, lo suficientemente grandes como para que durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial sirviera como refugio de alrededor de 1.000 personas, sino por su techo y sus paredes, que son algo así como la versión desdibujada y chillona de las cuevas de Altamira.

El color y la iluminación realizada por el gobierno de la región para destacar todo el encanto del lugar combinado con las exóticas formaciones rocosas de piedra caliza hacen del lugar una experiencia increíble para los viajeros que ingresan en su recorrido interno. Aunque hay quienes opinan que esta injerencia artificial le hace perder encanto natural a la gruta.

Los guías turísticos que trasladan por el interior de la cueva a los turistas que llegan a visitarla, siempre cuentan una anécdota que está relacionada con la producción de la saga de ciencia ficción Star Wars. La productora y los técnicos de escenografía de George Lucas visitaron el interior de las cuevas fascinados por toda la fama que estas tenían en la región. Dice la historia que cuentan los guías turísticos locales que algunos de los escenarios intergalácticos que vimos en la saga de Star Wars estuvieron en realidad inspirados en la impactante belleza de la cueva de Reed Flute. Si bien esos rumores nunca fueron confirmados por el equipo de George Lucas, lo cierto es que no caben dudas de que las cuevas de Reed Flute son un paisaje de otro planeta.

Una leyenda de la dinastia Tang, es más larga de lo habitual pero merece la pena:

En el reinado de Tali (766-799) había un joven llamado Tsuei, oficial de la guardia imperial de la Orden de Mil Bueyes. Su padre, famoso magistrado, estaba en buenas relaciones con un ministro, personaje ilustre de su siglo. Un día su poder lo envió a visitar al ministro para informarse del estado de su salud. Tsuei era bello muchacho de rostro puro como el jade. Su modestia de carácter se unía a un gran señorío de maneras y fineza en sus palabras. El ministro ordenó a sus sirvientes de levantar el cortinado y de introducir al joven en su dormitorio. Tsuei, hincado de rodillas, le presentó el mensaje de su padre. El ministro se interesó mucho por el joven y lo hizo sentarse para conversar amistosamente con él.

Ahí se encontraban tres jóvenes favoritas, todas ellas de una belleza resplandeciente. Cortaban en rebanadas los duraznos colorados y llenaban los tazones de oro. Cubrieron la fruta con crema azucarada, y después la sirvieron. El ministro dijo a una de las servidoras, vestida de muselina roja, que ofreciese un tazón al joven. Pero éste, intimidado por la presencia de las bellas muchachas no se atrevía a comer. Entonces el ministro ordenó a la bella de vestido rojo que le sirviese con una cuchara, lo que obligó al joven a comer un durazno, y la bella le sonrió con un gesto pleno de picardía.

Cuando Tsuei se despidió, el ministro le dijo:

-Cuando usted tenga tiempo, venga a verme; entre nosotros no debe haber ceremonias.

Después ordenó a la muchacha de vestido rojo que lo acompañara hasta la puerta. Cuando Tsuei, antes de salir de la casa se volvió para mirarla por última vez, ella le hizo una seña mostrándole tres dedos levantados, y girando tres la palma de la mano le indicó un espejito que ella llevaba en el seno:

-Acordaos de esto.

Y no dijo ninguna palabra más.

Al volver a su casa, Tsuei informó a su padre lo que le había dicho el ministro. Después de retornar a su gabinete de estudio cayó en un estado de éxtasis y adormecimiento. Siempre taciturno y silencioso, sumergido en sus sueños, permaneció día y noche sin pensar siquiera en alimentarse, no haciendo otra cosa que cantar este poema:

En el Monte de los Inmortales vi una deidad,
Resplandeciente su mirada como una estrella fugaz.
La luna se deslizaba por una puerta roja:
Sobre su belleza de nieve esparció su tristeza.

A su alrededor nadie comprendía lo que le ocurría. Sucedió que en su casa había un esclavo kuenluen, llamado Moleh, quien después de observarlo detenidamente le preguntó:

-¿Qué pasa en vuestra alma que os atormenta sin cesar? ¿Por qué no se confía en vuestro viejo esclavo?

-¿Gente como tú puede comprender y mezclarse en cosas de amor? –le replicó Tsuei.

-Confíeme sus penas –insistió Moleh- y os traeré una solución. Tarde o temprano tengo la seguridad de triunfar.

Sorprendido por ese tono de seguridad en sí mismo, Tsuei le confió su secreto.

-Se trata de algo bien simple –le dijo Moleh-. ¿Por qué no me lo contó antes en vez de desconsolarse por nada?

Cuando Tsuei le contó las señas enigmáticas que le dirigió la joven, Moleh explicó:

-¡Nada es más fácil de adivinar! Tres dedos levantados quiere decir que en la casa del ministro hay diez departamentos para alojar a las cantantes, y que ella habitaba el tercer departamento. Al girar tres veces la palma de la mano, ella le señaló quince dedos, para indicar el quince del mes. Y el espejo sobre su seno es la plena luna en la noche del quince, fecha en que os ha dado la cita.

Transportado de alegría, Tsuei le preguntó:

-¿Y hay un medio de cumplir con mis deseos?

-Mañana es quince –dijo Moleh con una sonrisa-. Dadme dos piezas de seda azul oscuro para haceros una malla. En la casa del ministro hay un dogo terrible que guarda las puertas de la residencia de las cantantes, de tal modo que ningún forastero puede introducirse allí, pues el perro no tardaría nada en devorarlo. Se trata de un perro de la famosa raza de Haitchó, vigilante como Argos y feroz como un tigre. En el mundo entero no hay nadie que pueda con él, a no ser vuestro viejo esclavo. Esta noche voy a dejarlo fuera de combate para que usted pueda cumplir su cita.

Para envalentonarlo, Tsuei, le ofreció vino y carne. Hacia medianoche el esclavo salió con un martillo munido de una cadena. En menos tiempo que el necesario para una comida, ya estaba de vuelta y anunció:

-El perro murió. Ya no hay ningún obstáculo delante de nosotros.

La noche siguiente, justo antes de medianoche, hizo vestir a Tsuei una malla azul oscuro. El esclavo lo cargó en sus espaldas, franqueó diez murallas, penetró en la residencia de las cantantes para finalmente detenerse frente a la tercera puerta. A través de los entreabiertos batientes decorados una lámpara destellaba vagamente. Sólo se escuchaban los suspiros de la joven, quien permanecía sentada como si esperase a alguien. Terminaba de quitarse los aretes de esmeralda y el colorete de su rostro. Con el corazón desbordando de tristeza, ella canturreaba un poema:

Penando su amor, ¡oh, oropéndola en llanto!
Furtivamente se despoja de sus joyas bajo las flores;
El azur siempre desierto, la espera siempre vana,
En su flauta de jade suspira su pena.

Los guardianes dormían a pierna suelta y no se escuchaba el menor ruido. Tsuei levantó el cortinado y entró. Durante un instante la muchacha permaneció como paralizada. Después saltó del lecho y le tomó la mano a Tsuei:

-Sabía que un joven e inteligente como usted comprendería las señas de mi mano. ¿Pero por medio de qué magia ha podido valerse para llegar aquí?

Tsuei le contó el plan de su esclavo Moleh, y cómo lo había transportado sobre su espalda.

-¿Dónde está vuestro Moleh? –le preguntó.

-Allí, detrás de la puerta.

Entonces ella rogó al viejo que entrara, y en un tazón de oro le ofreció vino para beber.

-Pertenezco a una rica familia que vive cerca de la frontera del norte –le contó a Tsuei-. Mi actual amo, que entonces comandaba allá el ejército de la frontera, me obligó a convertirme en su concubina. Me da vergüenza de mí misma por no haber sabido darme la muerte, y haber aceptado vivir en esta desgracia. Con el rostro pintado de blanco y rojo, conservo siempre un corazón triste. Las comidas servidas con palillos de jade, el perfume que siempre fluye de los incensarios de oro, los vestidos de seda que se hilvanan detrás de los biombos de nacar, y las perlas y las esmeraldas de las favoritas que duermen bajo las colchas bordadas, todo eso me repugna, pues me siento encadenada. Puesto que su buen servidor está dotado de una fuerza sobrenatural, ¿por qué no me liberan de mi prisión? Si conquistase mi libertad, podría morir sin pena. Y sería feliz de servir a usted como esclava. ¿Qué dice usted, señor?

Tsuei se mantuvo callado y sumamente pálido. Fue Moleh quien respondió:

-Señora: si así lo queréis, nada más fácil.

La joven se mostró encantada. Moleh le pidió que para empezar le dejase transportar su equipaje. Después de tres idas y vueltas, dijo:

-Tengo miedo que pronto se haga día.

Entonces colocó a los dos sobre su espalda y franqueó una docena de altas murallas, sin que fuese alertado ningún guardián de la casa del ministro. Una vez que llegaron a la casa escondieron a la joven en el gabinete de estudios.

Al día siguiente, en la casa del ministro se comprobó la desaparición de la joven y se encontró muerto al perro. Fuertemente alarmado, el ministro exclamó:

-Las puertas y murallas de mi casa están siempre muy bien atrancadas y mejor vigiladas. Quien los ha franqueado sin dejar rastros como si volase, debe ser un héroe lanzado a enderezar entuertos. Mejor no decir nada de esto, para evitar mayores males.

La joven permanecía escondida en casa de Tsuein hacía ya dos años, cuando en la estación de las flores salió un buen día para pasear en coche en el parque de Kiukiang. Un hombre de la casa del ministro la vio por casualidad y la denunció a su amo. Al escuchar esta novedad, sorprendido, el ministro hizo llamar a Tsuein y lo interrogó. Dominado por el miedo, no atreviéndose a guardar el secreto, Tsuei le contó toda la historia, confesando que fue su esclavo Moleh quien llevó a él y ella en su espalda.

-La culpa de lo sucedido es de la muchacha –opinó el ministro-. Puesto que ella está a vuestro servicio desde hace tanto tiempo, ya no corresponde hacer justicia. Pero por mi parte es preciso que me desembarace de vuestro esclavo, por constituir un peligro público.

Envió entonces cincuenta de sus guardias, armados hasta los dientes, para cercar la casa de Tsuein con la orden de capturar al esclavo Kuenluen. A todo esto, con su puñal en el puño Moleh franqueó las altas murallas como si tuviese las veloces alas de un gavilán. Le arrojaron una lluvia de flechas, pero no lo alcanzaron. En menos tiempo que un pestañeo se perdió de vista.

Un gran pánico se produjo entonces en la casa de Tsuei. Dominado por el terror, el ministro se arrepintió de su orden contra el esclavo. En el transcurso de un año, se rodeaba todas las noches con un gran número de domésticos armados de espadas y ballestas.

Más de diez años después alguien de la casa de Tsuei contó que había visto a Moleh vendiendo drogas en el mercado de Loyang. Tenía el aspecto más joven y gallardo que nunca.

Todos los artículos hasta el momento aquí:

1.Cataratas de Iguazu
2.La Alhambra
3.Perito Moreno
4.Petra, La Ciudad del Desierto
5.El Salto del Ángel
6.Taj Mahal
7.Highland, Escocia
8.Chichén Itzá
9.Las Grutas de Postojna
10.Parque y Cascadas de Plitvice
11.Los monasterios de Meteora
12.Terrazas de Arroz de Banaue, Batad y Bangaan
13.La Calzada del Gigante
14.Bahía de Ha-Long
15.Angkor – Camboya
16.Parque Nacional Arches
17.Valle Lauterbrunnen
18.Parque Nacional Banff
19.Cataratas Victoria
20.La Isla de Pascua
21.Glaciar Jostedalsbreen
22.Monolito Uluru (Ayers Rock)

100 Lugares que ver antes de morir. 12 Terrazas de Arroz de Banaue, Batad y Bangaan – Filipinas

En el norte de Filipinas, en la provincia de Ifugao, se encuentran las interminables terrazas de arroz, entre las que destacan las que hoy nos traen aquí Banaue, Batad y Bangaan.

Estos arrozales en terrazas tienen cerca de 2000 años de antigüedad. Se cree que fueron construidos por la tribu indígena de los ifugao . Estas terrazas se encuentran a 1500 metros sobre el nivel del mar y ocupan una superficie de más de 10 mil kilómetros cuadrados. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1995 y en peligro en 2001, declaración que continua aun hoy vigente.

Estamos ante un entramado de manantiales que canalizan el agua de la selvas subtropicales,creando un sistema de riego perfecto. A menudo son dañadas por terremotos y tifones, por lo que necesitan de un mantenimiento muy cuidadoso. Estos curiosos arrozales son además filtros naturales que abastecen de agua potable a los habitantes de los valles, originando un sistema eficientemente natural en el que las personas y los recursos interactúan de una manera sostenible.

Los arrozales son una ingeniería compleja y rudimentaria a la vez, las canalizaciones de agua están hechas con arcilla y bambú y se aprovecha el desnivel natural para inundar una terraza tras otra por mero rebose forzado a través de unos aliviaderos. Simple y complejo a la vez, un auténtico alarde de la capacidad humana con los conocimientos y herramientas de hace 20 siglos.

Para visitar las terrazas de arroz de Banaue y Batad, hay que tomar un autobús nocturno de Manila a Banaue. Aunque barato, la parada esta en un barrio de Manila poco accesible. Se toman desde Sampaloc Bus Terminal, en Lacson Avenue. La única compañía que opera hasta Banaue es Ohayami. Todos los viajeros inciden en el frío que se pasa en estos autobuses así que no olvidéis una rebequita.
Sus habitantes, descendientes de los ifugao, conservan todavía la mirada perdida característica de esta comunidad en parte gracias al nga nga, un estimulante creado a partir de las hojas y los frutos de la palma que mastican una y otra vez.

Aquí va la leyenda forjada durante el avance imparable del Ejército Imperial japonés durante la II Guerra Mundial por el Sudeste Asiático.
La victorias niponas se suceden y El general japonés Tomoyuki Yamashita gana en esos días el apodo de «El tigre de Malasia».
El general japonés se lleva a Filipinas lo saqueado en doce naciones en Asia oriental y suroriental. Lingotes de oro, obras de arte, piedras preciosas, antigüedades chinas de valor incalculable… todo lo que la imaginación popular ha podido vislumbrar.
Se dice que Yamashita decide esconderlo cuando el avance del contingente aliado al mando del general Douglas MacArthur por Filipinas se hace imparable y no es seguro sacarlo por mar del país.
«El tigre de Malasia» se rinde oficialmente a los aliados el 3 de septiembre de 1945 en la residencia del embajador estadounidense para Filipinas en Campo John Hay, según recogen los historiadores.
El filipino Domingo Pahigon, un miembro de la tribu ifugao, quien a sus 90 años de edad se presenta como el último testigo vivo de aquél día histórico, asegura que presenció la entrega de Yamashita a los estadounidenses.
«Le vi intercambiar saludos con los oficiales americanos», afirma Pahigon sobre un acto ocurrido en Sitio Longa, en la cordillera central de la isla de Luzon, según publica hoy por el diario «Philippine Daily Inquirer».
Condenado a la pena capital por crímenes de guerra en un tribunal militar, Yamashita es colgado hasta la muerte en Los Baños, provincia de Laguna, vecina a Madrid, el 23 de febrero de 1946.
Algunos creen que se llevó a la muerte el secreto, otros defienden que los estadounidenses le torturaron para que revelara la localización del tesoro.
Lo cierto es que desde hace sesenta años buscadores de fortunas de todo el mundo pasan por Filipinas para tentar a la suerte.
En 1970, el cazador de tesoros Rogelio Roxas afirmó que había encontrado un buda de oro sólido de tres pies de alzada en Baguio, la llamada «capital veraniega» de Filipinas, donde Yamashita se refugió tras perder Manila.
En noviembre de 2002, una persona murió y otras cuatro resultaron heridas en las cercanías de Córdoba, en la isla de Cebú (sur), cuando excavaban un túnel en busca del legendario potosí.
Un año más tarde, un grupo de personas desenterró 67 tumbas de un cementerio japonés en la ciudad de Davao, en Mindanao (sur).
Hoy en día, en los foros de contactos de internet se puede encontrar, si se busca, quien está dispuesto a vender un mapa «genuino» del tesoro de Yamashita.

Puedes visitar las anteriores entradas de 100 Lugares en:
1.Cataratas de Iguazu
2.La Alhambra
3.Perito Moreno
4.Petra, La Ciudad del Desierto
5.El Salto del Ángel
6.Taj Mahal
7.Highland, Escocia
8.Chichén Itzá
9.Las Grutas de Postojna
10.Parque y Cascadas de Plitvice
11.Los monasterios de Meteora